martes, 28 de octubre de 2008

Daños en la flora y la fauna

Producen cambios en la biodiversidad y alteran los ecosistemas terrestres y marinos

ESPECIES INTRODUCIDAS SE CONVIERTEN EN PLAGAS QUE DAÑAN LA FLORA Y FAUNA NATIVAS

La introducción de especies en Chile tiene una larga historia, pero sólo en los últimos años se ha comenzado a evaluar y a entender la magnitud de su impacto. El fenómeno de su introducción es complejo y heterogéneo. Sus efectos más evidentes y controvertidos se relacionan, en particular, con aquellos animales y plantas que se transforman en invasores: se expanden sin la ayuda del hombre y, además, causan daño a la flora y fauna nativas.

Pese a esta controversia, el establecimiento y comportamiento de especies invasivas frente a las nativas, así como el daño real que provocan, es poco conocido y poco estudiado.

Éste es uno de los desafíos que se ha planteado el Centro de Estudios Avanzados en Ecología y Biodiversidad, Caseb, que la Facultad de Ciencias Biológicas tiene en marcha, liderado por el profesor Fabián Jaksic.

El tema es muy reciente, dice el investigador, y lo que está intentando el Caseb es documentar científicamente los hechos. Porque no todas las especies introducidas se naturalizan y tienen algún efecto sobre la biodiversidad local. Hay casos en que la situación es evidente y los efectos saltan a la vista, como ocurre con las plantas acuáticas exóticas que impiden la navegación y que van consumiendo los cursos de agua, o lo que sucede con el castor, que corta árboles y genera grandes inundaciones. Pero hay otras especies de las que no se sabe qué efectos están produciendo, y es ahí donde faltan los estudios científicos, dice Jaksic.


UNA COHABITACIÓN INCÓMODA
En general, los casos bien documentados de especies invasoras son pocos. Entre ellos están la liebre y el conejo europeos, que han sido estudiados por el profesor Jaksic y asociados, y que causan cambios relevantes en la microtopografía y en la calidad física y química del suelo, por su conducta de construir madrigueras, y porque forman grandes defecaderos que contienen mucho nitrógeno y elementos químicos. Esta investigación está siendo realizada por el recientemente doctorado Sergio Castro.

Por otra parte, explica Jaksic, el conejo altera el hábitat al alcanzar densidades altas –50 ejemplares por hectárea–: cuando agota el recurso herbáceo, sigue consumiendo las plántulas de los arbustos y detiene la regeneración de un lugar. Es lo que ha sucedido en Chile, en Australia, y en varios lugares donde se ha introducido la especie.

Entre los mamíferos, los grandes ofensores son el castor, el conejo, el jabalí y el ciervo rojo. Este último se encuentra entre la IX y la XI regiones, donde causa mucho daño al bosque nativo, porque consume la vegetación y no la deja regenerarse. Similar efecto tiene el jabalí –que llegó a Chile desde Argentina–, ya que erosiona el suelo por su hábito de comer raíces.

Las introducciones marinas han sido menos estudiadas que las terrestres, aunque existen casos notorios de efectos directos e indirectos derivados de la acuicultura, así como impactos negativos sobre la misma industria. Actividades como la salmonicultura pueden incluso modificar la diversidad y estructura de la fauna presente en estos sistemas, porque son depredadores de especies nativas.

Uno de los factores relevantes de dispersión de especies potencialmente invasoras es el agua de lastre de los barcos y las mismas embarcaciones que transportan adheridas en sus cascos larvas, microorganismos, algas y organismos multicelulares.

Estudios recientes del Caseb, encabezados por Juan Carlos Castilla, dan cuenta de varias especies marinas que han aparecido, provenientes de Asia, Europa, Australia y Sudáfrica, entre ellas una especie invasora de piure gigante que cohabita con flora y fauna nativas en la bahía de Antofagasta.

Los poliquetos perforadores exóticos son otras especies que afectan a los cultivos marinos. Éstos dañan las conchas de los moluscos nativos y exóticos que tienen importancia comercial como los ostiones, lapas, ostras, abalones, choritos, picorocos, machas y choros zapatos. Los poliquetos causaron estragos en las costas de California e hicieron sucumbir la industria de moluscos en la región.


LOS CASTORES, LA PLAGA QUE INVADE TIERRA DEL FUEGO
En el extremo sur, la introducción del Castor canadensis en 1946 desde Argentina ha tenido graves consecuencias para los bosques de Tierra del Fuego. La especie se ha expandido y dañado los bosques de Magallanes no intervenidos por el hombre.

Aproximadamente 5.200 hectáreas de bosque nativo han sido destruidas, particularmente de bosque ribereño, que se encuentra asociado a las orillas de los cursos de agua. Esta zona es la única protegida por la Ley de Bosque, la cual prohíbe su explotación y ahora está amenazado por los castores. Los animales cortan árboles y construyen diques de hasta tres metros de altura, verdaderas obras de ingeniería que provocan inundaciones y destruyen la vegetación.

La investigadora Petra Wallem, en su tesis de doctorado en el Caseb, ha estudiado esta especie. Explica que con la iniciativa del SAG de caza y aprovechamiento de la fauna dañina en Tierra del Fuego y la isla Navarino, se ha logrado eliminar 4.000 castores a la fecha, sentando las bases para un programa de control poblacional. Sin embargo, aún quedan miles de ejemplares que están impactando las especies nativas y dañando fuertemente el ecosistema ribereño.


‘CODIUM FRAGILE’, UNA DE LAS PEORES ALGAS INVASIVAS DEL MUNDO
En Chile al menos 15 macroalgas son consideradas introducidas. Sin embargo, sólo el alga verde Codium fragile es considerada invasora. Originaria de Japón, la especie fue reportada como peste por primera vez en 1998. La investigadora doctoral del Caseb Paula Neill ha estudiado la magnitud de la invasión en el país y su impacto en las comunidades submareales. Actualmente, explica, la especie se encuentra en 34 lugares entre Antofagasta y Punta Arenas, con una distribución discontinua y mayor abundancia en el norte, en la zona de Caldera, Calderilla y Bahía Inglesa. Ahí altera la biodiversidad e impacta negativamente en los cultivos de ostiones y de Gracilaria (pelillo), con efectos económicos desastrosos para la industria.

«Por el momento, el Codium fragile es el único caso de una especie marina conspicua que produce gran daño en Chile», señala Paula Neill. Sin embargo, también está en la mira de los científicos el Mytilus galloprovincialis, un chorito invasor que puede hibridizar con otras especies y que altera drásticamente la biodiversidad.

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